Introducción

El mito

Tadasana: El encuentro de Gaṅgā y Śiva

Shiva recibiendo a Ganga

Título: Shiva Bearing the Descent of the Ganges River, folio from a Hindi manuscript by the saint Narayan
Creador: Desconocido

Hace cientos de millones de años, una gran sequía azotó la tierra. El agua, esencia de la vida misma, se había agotado, y su ausencia trajo muerte y destrucción. Las criaturas languidecían resecas, la vegetación se marchitaba y los humanos sufrían miserablemente.

Parvati, la diosa de la tierra, preocupada por el sufrimiento de sus criaturas, exclamó su clamor a los cielos. Viṣṇu, preservador y sustentador del mundo, escuchó su súplica y partió de inmediato en busca de una solución.

Sin saber cómo proceder, se dirigió a la morada de Brahmā, creador del universo, confiando en su sabiduría. Al llegar, una voz proclamó:

—¡Bienvenido, Viṣṇu!

Allí, sobre su loto celestial, se encontraba el mismísimo Brahmā, resplandeciente y sabio, con largo cabello gris cayendo de sus cuatro cabezas.

—Te estaba esperando —dijo.

Viṣṇu se inclinó con reverencia y expuso sin demora la gravedad de la situación:

—¡No podemos permitir que la tierra perezca! Es allí donde todos los seres resuelven sus karmas. Debemos actuar, pero no sé cómo. Seguramente usted, habiendo creado la Tierra y el cosmos, tiene alguna idea.

—En tiempos de sequía —respondió Brahmā serenamente, la solución solo puede ser una: agua.

—¡Pero Brahmā, no queda agua en la tierra!

—Entonces, ¿por qué no desviar agua de otro lugar?

—¿Otro lugar? —respondió Viṣṇu, perplejo y cada vez más exasperado.

—¡Hay numerosos reinos y seres en esta gloriosa creación mía! Busca al gran río celestial, Gaṅgā, y pídele que descienda a la tierra. Ella será la solución a todos tus problemas.

Con estas palabras, Brahmā volvió a su meditación, y Viṣṇu partió hacia el reino de Gaṅgā.

Al llegar a la impresionante residencia de Gaṅgā, esta lo recibió. Pero cuando Viṣṇu le presentó el plan de Brahmā, ella rió con altivez:

—¿La Tierra? ¿Allá abajo? ¿Esperás que abandone los cielos por tales reinos? Incluso si quisiera descender, mi poder es demasiado grande. Mi caída partiría en dos la faz reseca y quebradiza de la tierra. No, ¡esto jamás funcionará!

Desalentado, Viṣṇu se despidió y regresó junto a Brahmā.

—¿De vuelta tan pronto, Viṣṇu? —preguntó Brahmā.

Tras escuchar la explicación y nueva súplica de Viṣṇu, se rascó sus cabezas celestiales y murmuró:

—La gran Gaṅgā podría, en efecto, destruir la tierra. Hmm.

Emergiendo de su reflexión, miró a Viṣṇu y declaró:

—Aunque no tengo la respuesta a este dilema, mi intuición me dice que debés buscar al poderoso Śiva; él sabrá qué hacer.

Viṣṇu agradeció a Brahmā y partió rápidamente hacia la morada de Śiva.

En las cumbres más altas del plano terrestre, en las montañas del Himalaya, Viṣṇu encontró la poderosa presencia meditativa del gran yoguī Śiva. Ataviado con piel de animal y su cuerpo cubierto de ceniza sagrada, Śiva interrumpió suavemente su trance cósmico y entreabrió sus ojos celestiales, percibiendo la llegada de Viṣṇu.

—¡Alabado sea Śiva, Señor de los Yoguīs! —proclamó Viṣṇu con una reverencia.

—¡Salve, Viṣṇu, Protector de la tierra! —respondió Śiva, devolviendo el gesto.

Su siempre vigilante tercer ojo había contemplado ya el dilema de Viṣṇu y, sin necesidad de explicaciones, declaró:

—Regresá con Gaṅgā e informale que solicito su presencia aquí en mi morada del Himalaya. Dile que aguardo su descenso. Yo me ocuparé del resto.

Y volvió a su meditación. Confiando plenamente en la capacidad de Śiva, Viṣṇu se despidió con respeto y retornó a Gaṅgā para transmitir el mensaje.

—¿Śiva ha pedido mi descenso? —preguntó Gaṅgā, asombrada—. ¡Ciertamente, no puedo negarme al Destructor! —reflexionó en voz alta—. ¿Pero qué será de la tierra? ¿Cómo resistirá mi poder? De igual manera, si Śiva lo ordena, descenderé, y serás tú quien te ocupes de las consecuencias.

Orgullosa como siempre, pero lo suficientemente sabia para acatar el pedido del mismísimo Śiva, Gaṅgā se precipitó desde los Cielos hacia el plano terrenal, fluyendo directamente hacia la morada de Śiva, convencida de que partiría la tierra en dos. Śiva se dispuso a recibir el poder turbulento de Gaṅgā sobre su propia cabeza. Mientras ella descendía, el río celestial se encontró apaciguado y arraigado por la presencia yóguica del señor. El tiempo se ralentizó, como si todo el espacio convergiera sobre su cabeza. En su embriagadora presencia, Gaṅgā se percibió a sí misma como una simple gota de rocío entre sus enmarañados mechones de cabello. Permaneció un momento eterno en esa expansividad antes de deslizarse por su cuerpo, rindiendo homenaje y amoroso respeto a sus pies, para luego continuar su descenso por el Himalaya, hidratando y bendiciendo la tierra. Pacificada por el poder de arraigo de Śiva, el Ganges llegó a la Tierra, donde nutre y purifica innumerables almas hasta hoy, todo por la gracia del arraigo de Śiva.

Shiva recibiendo a Ganga

Título: Gangavatran
Creador: Raja Ravi Varma, Ravi Varma Prensa Malavli Lonavala

Hay dos maneras de estar de pie: sin pensar y con atención plena. Por costumbre, muchos nos movemos sin rumbo, deteniéndonos aquí y allá para pasar el tiempo. El soldado se yergue con atención, y más aún el yoguī. Como un árbol cuyas raíces penetran hacia el centro de la tierra, el yogī planta sus pies firmemente en el suelo en tāḍāsana. Más allá de arraigar los pies como las raíces del árbol, el yogī en tāḍāsana emula el tronco: su cuerpo erguido permite que la savia vital fluya verticalmente por su ser, alineada con la columna vertebral. Así como las ramas del árbol se extienden hacia el cielo, el yogī en tāḍāsana alarga su cuerpo, su coronilla rozando el firmamento, uniendo cielo y tierra. Este estar de pie, consciente y energizado, trasciende el simple movimiento sin rumbo; es la postura que evoca la permanencia. Es el estar de pie de los árboles, las pirámides y las montañas. Śiva, Señor de los Yoguīs, simboliza y habita las montañas. Como él, estas son arraigadas, seguras, perdurables, majestuosas. Él encarna el principio yang que sostiene el yin de śakti. Es el lecho del río sin el cuál este no podría fluir.

 

Traducción propia del libro “The Stories Behind the Poses. The Indian Mithology that inspired 50 Yoga Postures” del Dr. Raj Balkaran.

La montaña como símbolo mitológico

La montaña, por su imponencia y carácter, ha sido desde el inicio de los tiempos representación significante de importantes valores, espacios sagrados, conceptos o hasta mito cosmogónicos en infinidad de culturas del mundo. ¿Pero por qué? ¿Qué idea se ve reflejada y manifestada?

  • En el Monte del Olimpo - (Mitología griega): es donde residían los 12 dioses griegos, la mismísima morada de Zeus, desde donde se gobernaba el cielo y la tierra, detrás de las nubes en las alturas, lejos de la vista de los humanos. Allí es donde ocurrió la Titanomaquia, batalla entre los dioses olímpicos y los titanes por el control del universo y dónde también ocurrían las asambleas divinas en las que se discutían temas importantes para la tierra.

Monte del Olimpo

  • En el Monte Sinaí - (Mitología Judeocristiana): fue el lugar que escogió Dios para revelarse ante Moises y entregarle las tablas con los 10 mandamientos que guiarían la vida del pueblo de Israel.

Monte Sinaí

  • Montañas de los Andes - (Mitología Andina, incaica y preincaica): es en las montañas de los Andes donde viven los Apus, espíritus protectores, proveedores, intermediarios de los mismos dioses o incluso a veces son la manifestación física de los dioses en la Tierra. A ellos se les atribuye la capacidad de controlar el clima, asegurando la fertilidad de la tierra y así la continuidad de la vida.

Apus Andes

El simbolismo de la montaña, está cargado del significado de espacio sagrado, ápice donde se encuentra el cielo y la tierra, lugar de donde surge la vida como Axis Mundi.

Mismo en las cultura Hindú,

  • El Monte Merú - (Mitología Hindú y Budista): Una montaña cósmica es considerada el eje del universo, lugar desde donde surge el centro del mundo, conectando los reinos celestiales, terrestres e infernales

La montaña, no es simplemente un espacio sagrado por su capacidad de acercarse a los cielos, es justamente su eje, el centro desde el que surge que la posiciona como un punto en el mundo, escogido por entidades sagradas. Es desde allí que lo profano se sacraliza, lo efímero se transforma en eterno, el hombre se vuelve divino.

“El acceso al <<centro>> equivale a una consagración, a una iniciación; a una existencia, ayer profana e ilusoria, que le sucede ahora una nueva existencia real, duradera y eficaz.” Mircea Eliade - El mito del eterno retorno.

Así, es que el eje central, centro o punto desde el que surge la montaña se convierte en un espacio distinto, sagrado al que accedemos a través de la ritualización, de la repetición del acto cosmogónico de la creación, que lograr unir el tiempo mítico con el actual.

¿Qué quiero decir con esto? ¿Y qué tiene que ver con Tadasana?

Tadasana o postura de la montaña, no es sólo un Asana, iniciadora de secuencias como el Surya Namaskara, sino también, la base sólida, estable, enraizada, que invoca a través de su manifestación la energía fundamental del símbolo de la montaña. Es a través de ella, que usamos nuestro cuerpo como para dejar fluir la sabiduría sagrada desde el punto más alto de nosotros hacia la tierra.

 

Es una postura que nos propone una conexión fundamental con lo sagrado, ya no como practicantes, sino como humanos. Es una invitación, siempre disponible para encontrarnos con una idea arquetípica que antecede cualquier creencia, y que está predefinida en nuestra capacidad de ser.

Cómo viajar hacia Tadasana

Desde la tierra hacia la coronilla:

  1. Pararse erguido, con:
    1. Versión A: los pies juntos, talones y dedos gordos de ambos pies en contacto, ejerciendo Pada Bandha.
    2. Versión B: los pies separados y paralelos entre sí, justo por debajo de las caderas, también ejerciendo Pada Bandha.
  2. Extender las rodillas activando cuádriceps que elevarán las rótulas. Se debe distribuir el peso del cuerpo equitativamente en cada pierna.
  3. Sutil retroversión de las caderas que estimule una extensión de la pelvis.
  4. Activación leve de los glúteos e Isquiotibiales
  5. Aumentar la distancia entre la caja torácica y las crestas ilíacas
  6. Pequeña activación abdominal
  7. Extensión de los brazos a la altura de los hombros
  8. Manos enfrentadas entre sí
  9. Escápulas en posición natural, recaídas sobre el apoyo torácico.
    1. En casos de cifosis dorsal o una postura cerrada hacia adentro y adelante, abrir el pecho, elevar hombros y dejar caer a la altura de las orejas. Se puede sentir una pequeña activación de apertura de pecho.
  10. Alineación del mentón paralelo al suelo y orejas a la altura de los hombros.

tadasana

Cómo podrán ver, aunque la postura por fuera parece simple, al igual que en la montaña, hay una acumulación de micro movimientos y activaciones que pasan desapercibidas por una aparente inmovilidad que guarda en sí misma vida y movimiento en potencia.

Esta postura, una vez aprendida, constituye un estado mental en el que se puede afrontar la lógica de armado del resto de las posturas de pie como Vrksasana (postura del árbol), Utkatasana (postura de la silla) o inclusive equilibrios como Utthita Hasta Padangusthasana (Equilibrio sobre un pie con una pierna elevada)

Pada Bandha: Ninguna montaña surge sin una base sólida

Tadasana comienza desde la estructura arraigada de un Pada Bandha consciente. Generar un cerrojo en los pies que nos enraíce es clave a la hora de erguirnos estables y ejercitar la interospección de la posición de los pies que nos ayudará a avanzar hacia otros Asanas como mencioné anteriormente.

La activación de Pada Bandha requiere una gran dosis de atención interna hacia las sensaciones en la planta de nuestros pies para identificar los tres puntos de apoyo.

El objetivo será activar la elevación del arco interno del pie, de manera que el peso total del cuerpo, recaiga (una vez decantado por el resto del cuerpo) hacia los 3 puntos de apoyo principales: Arco metatarsiano, lateral externo y talón o zona del cacáneo.

 

Distribución del peso en la versión A de la postura:

 

Versión B:

 

 

 

 

 

 

 

Conclusión

Tadasana, o postura de la montaña, es un Asana iniciador de posturas de pie, con una enorme capacidad de ejercitación de la presencia y consciencia, no sólo física ya que desde su aparente simpleza requiere de atención a los detalles para erguirse firme y generar un cimiento estructural, sino también como su inmensa energía simbólica al evocar al ritual de iniciación, de creación de un eje central que unirá la práctica terrenal con su versión sagrada.

 

Esta postura es una invitación a que desde el primer momento de nuestra práctica traigamos a nuestro cuerpo, la concentración, tranquilidad y firmeza de Shiva al recibir la poderosa energía de Ganga, escurriéndose a través de nuestra columna y devolviendo a la tierra la capacidad de renacer.